Hoy te voy a contar una historia que no tiene mucho que ver con el planteamiento de mi blog… o quizás si….. No quiero dejar pasar la oportunidad de poder divulgar las consecuencias tan nefastas que puede tener la maldad de ciertas personas que se creen dueñas de las vidas ajenas. No pretendo contarte esto con ánimo justiciero, pero si de poder llegar a remover alguna conciencia con el fin de evitar situaciones y desenlaces tan fatales como el que te voy a describir a continuación. Tenemos… debemos, ser valientes y denunciar todo lo malo que le pueda estar ocurriendo a otras personas porque, casi siempre, hay más de un espectador…
Existía una persona que formaba parte de mi día a día y con la que, sin embargo, nunca había cruzado una palabra más allá de un saludo educado. Hace algunos años comencé a caminar por la noches junto con un amiga. Durante ese rato de deporte nos cruzábamos con varias personas que, bien salían a caminar al igual que nosotras, bien a pasear al perro…etc. Entre esos “desconocidos habituales” empezamos a cruzarnos con un chico que salía a correr todas las noches por el mismo lugar que nosotras caminábamos. Ya solo por el ruido de las zancadas que daba al correr sabias que por ahí venía “el chico encantador” porque, aunque desconocíamos su nombre, le llamábamos así. Mas tarde me di cuenta que vivía muy cerca de mi casa. En el último año le veía prácticamente todos los días, pero sin embargo algo había cambiado, ya que era durante el día cuando le veía. Yo paso más de una vez al día por delante de su casa, camino de la mía y siempre estaba enredando con algo: pintando la fachada; arando una pequeña huerta; trasteando con cosas o simplemente mirando como pasaban los coches y la gente. La última vez que me crucé con el estaba con una pierna subida a una valla, el codo apoyado en la pierna y la barbilla sobre su mano…. Mantenía la casa impecable. Una casa a la que no le faltaba detalle alguno para estar preciosa. Pero la verdad es que yo nunca me había planteado nada sobre la vida de ese chico. No soy una persona cotilla, aunque si curiosa que es algo muy distinto… Así que únicamente me limitaba a saludarlo con la misma cordialidad que él lo hacía conmigo. Además me resultaba muy agradable verle tan afanado en su casa, un chico que me parecía alegre pues siempre tenía una sonrisa en la boca, vital porque hacía deporte, además de atractivo, en definitiva, un chico con ganas de vivir. Sin embargo… me equivoqué. La semana pasada mi amiga me envió un mensaje diciéndome: “¿te acuerdas del chico encantador?”. Yo le dije: “si claro, ayer lo ví”. Y yo pensé que me iba a contar que se había enterado quien era o que me iba a contar algo de su vida… cuando de repente me dice: “lo han encontrado muerto hoy… se ha suicidado”. No me lo podía creer, aún se me saltan las lágrimas al acordarme. ¡¡¡“Mi chico de todos los días”!!!, el chico agradable, simpático… ¡¡¡con la vitalidad que tenía!!!… no me lo podía creer. Me pasé el día descolocada pensando en el desgraciado acontecimiento, pensando en él, dándole vueltas a que clase de tormento estaría viviendo para llegar a eso. Un chico que parecía tener mucha vida. Era todo inexplicable para mi desde lo poco que yo conocía de esa persona.
Llevo toda la semana pensando en él, no solo las veces que paso por delante de su casa, que ahora me parece vacía, sino a lo largo del día, porque me da una pena tremenda pensar en todo lo sucedido.
En estos días me enteré que una amiga mía le conocía de toda la vida y me contó que vivía solo con su madre, entonces me entristecí aun más pensando en esa señora a la que yo no había visto nunca. De repente se había quedado sola en esa casa, pues enviudó hace años y “el chico encantador” era su único hijo.
Así que con mi amargura y la espontaneidad y empatía que me caracterizan, me presenté, sin más, en casa de la señora, en esa casa tan bonita que me hubiera gustado conocer en cualquier otra ocasión, pues me encanta la arquitectura y las casas antiguas. Llame a la puerta verde, recién pintada, y me abrió la madre del “chico encantador”. Le dije: “hola, me llamo Beatriz y aunque usted no me conoce de nada, vengo a darle el pésame por su hijo. Yo tampoco lo conocía, aunque formaba parte de mi vida porque le veía todos los días”.
La mujer, un poco sorprendida, me hizo pasar amablemente a su casa. Estuvimos hablando un rato y, en su desahogo, me contó lo que le había pasado a su hijo. Sinceramente yo no fui con esa intención, pues no quería conocer los detalles, pero ella necesitaba contarlo. No te voy a narrar aquí su vida porque no soy quien para hacerlo y me parecería una falta de respeto a la privacidad y el dolor de esa madre. Aunque si te puedo contar que ese chico tan encantador y amable vivió un verdadero calvario en su trabajo. Un constante maltrato psicológico y físico, hasta que finalmente y hace un año, lograron echarlo…. En ese momento comprendí el porque empecé a verlo durante el día… Según me contó su madre estuvo años padeciendo ese calvario, pero sin contárselo a nadie más que a ella. Desde que le despidieron del trabajo su amargura fue en aumento ya que, a pesar de todo, para él su trabajo era su vida. Su madre me contó que soñaba con su trabajo y que a pesar de que ya no estaba allí, seguía visitando el lugar. La madre le rogaba que se olvidara… pero él no podía.
Lo que la madre desconocía es que el sentimiento va por un camino y la razón por otro. Con la cordura y pensando fríamente puedes llegar a la conclusión de lo estúpido que es quedarse anclado en un sitio en donde te han maltratado, sin embargo el sentimiento no te deja olvidarlo, ni racionalizarlo, no te deja vivir. Esto fue lo que le pasó a él, a “mi chico encantador”.
Siento mucha impotencia ante esta situación y me hago muchas preguntas, a las que algunas les puedes encontrar respuesta y a otras no…
¿Por qué hay gente que cuando tiene “poder” sobre otras personas se cree con derecho a maltratarlas?
¿Se creen que están dando lecciones de vida?
¿Necesitan sentirse superiores?
¿Están traumatizados y quieren que ciertas personas pasen por lo mismo?
¿Se odian a si mismos y por eso odian a los demás?
¿Son conscientes realmente del daño que están haciendo?
¿Por qué no fue capaz de pedir ayuda?
¿Por qué no lo denunció?
¿Por qué lo hizo?
Estas preguntas me provocan frustración, rabia, sensación de injusticia… pero sobre todo impotencia de haber mirado esos ojos casi todos los días desde unos años atrás y no haber podido ayudarle de alguna manera. Me siento impotente porque tengo una herramienta – el tapping – que le hubiera servido para olvidar todo ese sufrimiento. Se que existen muchos profesionales que quizás también le podrían haber echado una mano, pero con el “tapping”, que es la herramienta que yo utilizo, le habría podido ayudar a borrar del inconsciente todas esas malas experiencias. He tenido algunos casos de malos tratos y de violaciones entre mis pacientes. Y me han manifestado, después de la aplicación de la terapia, que ya no se acuerdan del hecho de forma concreta, sino que lo ven como una película lejana o como si se lo hubiera contado alguien, como si no fuera con ellos… Por eso estoy tan segura que a él, al chico, le hubiera servido… aunque muy a mi pesar tomó otro camino…su camino.
La madre no solo me contó un poco la vida de su único hijo, también me contó como había sido el final y sobre todo como se lo encontró sin vida. La pobrecilla ahora tiene miedo de estar en la casa. Lo único que puedo hacer por ella es ir a visitarla de vez en cuando y, por supuesto, hacerle “tapping” para que se le borren esas imágenes espantosas que tiene en su cabeza y que vuelva a recordar solo las excelencias de su hijo. Que, únicamente, se quede con los buenos recuerdos y que sea capaz de recordar a su hijo en los buenos momentos. Yo le ofrecía la terapia y me dijo que si. Esta semana empezaré a tratarla para que al menos viva el duelo como cualquier persona y no con esas fotografías bombardeándole la cabeza. Era un chico de 35 años, tenía cara de muy buena gente, ahora tiene nombre aunque, para mi, seguirá siendo “el chico encantador”. Seguirá siendo ese chico que me saludaba sonriente prácticamente todos los días, seguirá siendo ese chico que sin haber cruzado nunca una sola palabra con él mas allá de un saludo, formaba parte de mi vida…
A ti, “chico encantador”, te deseo que, donde quiera que estés, continúes tu camino en armonía. Que tu sonrisa encantadora te acompañe y se feliz.
Mientras alguien te recuerde estarás aquí…
Bufff, sin palabras. Qué triste. Y lo más triste de todo es pensar que ese chico quizá pensaba que no era bueno para nada, que nadie lo quería, que no era valioso y, sin saberlo, dos desconocidas que lo veían cada día lo llamaban «el chico encantador». Todos proyectamos hacia otras personas algo de nosotros mismo que les gusta, lo que sea, la sonrisa, la forma de caminar, nuestros ojos, no sé, cualquier cosa. Pero somos tan críticos con nosotros mismos que no lo vemos o no lo queremos ver y nos machacamos con estúpidos pensamientos negativos que nos llevan a no ver lo bonito de la vida ni de la gente que nos rodea.
Este chico murió triste, sumido en sus recuerdos negativos que lo tenían atrapado. Y era encantador, aunque no lo sabía.
Gracias por compartirlo, Beatriz, y admiro tu valentía para presentarte en su casa y hablar con su madre, otra cosa que muchos de nosotros (yo, desde luego) no hubiésemos hecho también por pensar que no valemos, que quien me manda a meterme, que zapatero a tus zapatos, etc.
Sé que el tapping ayudará a esta madre, pero sobre todo le está ayudando el hecho de que una chica desconocida se haya presentado cual ángel en su casa para darle apoyo, cariño, comprensión y ayuda. Eso, en los tiempos que corren, ya no se ve mucho. Seguro que tú ya eres su «chica encantadora». Me quito el sombrero.
Estela me has sacado las lágrimas. Siempre he sido muy espontánea para expresar mis sentimientos, después hubo unos años que la perdí un poco a la gente parecía no gustarle, le chocaba mi decisión (sobre todo en el lugar en el que vivo, me catalogaban de «enterada»), me dejé llevar y la dejé a un lado, hasta que murió un tio mio al que estaba muy unida y me dio mucha rabia no haberle dicho muchas cosas verbalmente, aunque yo se que él lo sabía, creo que no es lo mismo. Entonces les escribí una carta a todos mis tios, con los que había compartido mi infancia y vivienda, con los que conviví para que supieran que sentía por ellos y decidí recuperar mi yo, mi esencia y volver a ser como siempre y si alguien le molesta es su problema, no el mio.
Es una lástima que seamos tan críticos con nosotros mismos y no dejemos pasar una, cuando cada persona tiene multitud de virtudes…y el era un chico realmente encantador… Pero el daño que le habían hecho le superó.
Gracias Estela.
La verdad Beatriz es que Estela ha definido muy bien tanto tu valentía como tu valía. Siempre he pensado que eres una persona especial!
Mar, yo no creo que sea más especial que nadie, simplemente me dejo llevar por el corazón más que por la razón. Que con tanto calcular y medir lo que hacemos perdemos la esencia en el camino.
Gracias por la visión que tienes de mi.
Aunque sea tan triste la historia me ha encantado que la publicaras, hace pensar tantas cosas que ahora mismo me cuesta ordenar mis sentimientos….
Sobretodo me hace pensar en cómo el mundo, o al menos a mi me lo parece, se divide cada vez más entre quienes nos responsabilizamos de nuestra condición de «animales gregarios» y quienes prefieren mirar hacia otro lado. Entre quienes creen que el hambre del mundo no es su problema porque toca lejos, cuando en la esquina de su casa hay una familia que hace seis meses que acude a un comedor social, y quienes pensamos que tal vez, solo al vez, no pase nada por tocar a la puerta de un extraño para tenderle una mano, que ya él decidirá si estrecha o no.
A mí, personalmente, me cuesta mucho abrirme a personas desconocidas… me aparecen los miedos sobre si vale la pena, sobre si será un esfuerzo valorado o vilipendiado….otra cara del miedo al rechazo, supongo.
Entiendo que no hayas podido parar de pensar en ese muchacho y que hayas sentido la necesidad de hacer algo, a mí me hubiera ocurrido lo mismo.
Por último, solo quiero decirte que me alegra mucho que esa «mujer encantadora» con la que me cruzaba antes de entrar en clase ya tenga nombres y apellidos para mi, que me alegra tu blog, incluso cuando me entristece, y que me gusta mucho que tú seas del segundo tipo de personas, que pienses que si las circunstacias hubieran sido otras podrías haber hecho algo por «tu chico encantador», y que de hecho lo estés haciendo. Tal vez él aún anda por ahí, y sin duda le agrada y le ayudará en su tránsito, que su madre no esté sola.
Eso quería Sol, que la gente piense y se conciencie del mal que se puede hacer y de que tan malo es el que lo hace como el que lo consiente y somos demasiados los consetidores…Por eso en mis redes sociales pedí que lo compartieran, para que llegue al mayor número de personas.
Parece que me conocías de vista y ahora gracias al blog me conoces un poco más.
Seguro que está por aquí, espero que por poco tiempo…
Gracias y saludos.
PD: ya me meteré despacio a ver tu blog.
[…] UN “CHICO ENCANTADOR”. […]
hola.. Una amiga me paso esta web, y al leer tu historia sobre » el chico encantador», no he podido evitar llorar ( más aún) de lo q ya lo hago… paso por una experiencia similar a la de ese chico…y…no puedo explicar lo q siento… Vergüenza, sentimiento de culpa…es muy duro levantarte a diario y tratar de seguir adelante, cuando te han tratado tan mal, por el simple hecho de no caer bien a tu jefe, o ser muy eficiente en tu trabajo… tener q demostrar a todo el mundo lo q sufres… Es muy duro…
Hola Amantis, siento mucho por lo que estas pasando. Te puedo ofrecer que te hagas la terapia que yo hago es muy buena y ayuda a poder manejar estas situaciones sin dolor, sin tener la autoestima machacada y a poder enfrentarte ahl problema (desde la perspectiva que tu quieras) sin angustia y sin dolor. Me puedes escribir a ronemterapias@gmail.com o llamarme al telefono 639962376. Tienes mucho que ganar y nada que perder. Hasta que no se prueba no sabes lo que bien que te puedes llegar a sentir. Es como oler una flor por primera vez, hasta que no lo haces no sabes a que huele.
Saludos.
Que emotivo, Beatriz, yo lo conocía de toda la vida pero solo era un hola y adiós. Cuando me
enteré de lo sucedido me entró una profunda tristeza, hasta hace muy poco me hubiera afectado mas, porque gracias a tu terapia, el tapping,siento una paz interior que controlo mas las emociones. Pero si es verdad que no dejaba de pensar en esa desolada madre, lo que tenía q estar pasando. No se que puede pasar por la cabeza de las personas para desencadenar en ello, con toda una vida……..y con el convencimiento de que adoraba a su madre y no quería dejarla sola. Gracias por tener el valor de acercarte a ella y ayudarla. Solo el que la escucharas ya comenzó tu ayuda . Siempre le quedará la satisfacción de haberte conocido por lo gran persona y gran mujer que eres .UN ABRAZO.
Hola Paqui, me alegra mucho, mucho saber que vives tus emociones de una forma equilibrada y natural. Lo normal es sufrir por las cosas que les pasa a seres muy queridos. Lo de la gente conocida o desconocida te puede causar pena pero no te debe causar sufrimiento, si sufriéramos por tod@s no sobreviviríamos. La gente no sabe que cuando te haces tapping hay un antes y un después en tu vida y es para siempre…
Evidentemente para llegar a suicidarse se está sufriendo demasiado, por eso no podemos juzgar su decisión por egoísta que pueda parecer, no podemos ponernos en su lugar.
Gracias por lo que ves en mi.
Otro abrazo para ti.